Saturday, March 31

Instancia


No olvidaré...
kilómetros... tiempo de distancia llenan los rincones de espacio,
yace mi alma temerosa conservando a personitas de cristal...
mi pecho se llena de nostalgia al recordar...mientras veo caer el sol en mi viaje...
momentos de risas, dias de lluvia, de frio y calor...
mi ventana refleja la tristeza de esta lajanía...pequeños destellos...
...el silencio se abraza de dolorosas melodias... no es fácil.
Mi interior en pugna...
lucha contra los pasos, el egoísmo, la frialdad de sonambulos perdidos.
Creeré en mi suerte, en las oportunidades, en el pasar, en mi ángel y en la vida...
en los muñequitos del destino como es este Amelie que he pillado en el camino,
dejando de lado las lágrimas que sólo me nublan del futuro e impiden conocer
lo desconocido para llegar a la cima.

3 comments:

mashimiguo said...

uno siempre dice eso de "dejarè de lado las lagrimas"
pero son lo màs hermoso que existe
o son una alegrìa tremenda
o una tristeza por algún cariño

saludos camila

y te dejo un beso
:*

(el andrès correa)

Rey sin Reino said...

Lo importante no es cuanto logremos en la vida, sino como llegamos al final de esta… enamorarse del camino es la gracia, así siempre sabremos lo que paso durante este largo e inefable recorrido…
Por muy solitarios que estemos o seamos… siempre habrá alguien que logre darte un chispa que apunte la salida del túnel… como siempre somos y seremos lo que hagamos de nosotros…

Mucho tiempo sin pasear por tu mente ausente… como siempre un placer

NetSeeker said...

Me sentaba bajo los árboles,
no quería claros ni nada,
bajo un infinito techo de árboles...

Quería respirar el aire de fuera de todo,
más allá de la maquinaria,
más allá de la rutina.

Las hojas me regalaban fresca sombra,
y las ramas me daban textura natural,
la luz que pasaba entre ellas me daba el calor justo,
y me sentí parte del eterno ciclo verde.

Las raíces se abotonaron a mis pies...
Mi piel creo una corteza...
Mis ojos se tornaron del color del ámbar...
Y ahí me quede, varias horas...

Y cuando los pájaros habían dejado de mirarme desde lejos,
Y cuando los insectos habían dejado de buscar mi respiración,
de entre arbustos vecinos, desde una madriguera cercana,
apareció este primer espíritu.

Aquel zorro me miró con sus ojos agudos...
Su nariz puntuda y su discreción.
Quedamos así, prendados de las esencias.
Tiempo que no se cuenta nos miramos.

Él no me vio como una amenaza,
yo no lo ví como un peligro.
Y en aquel baile de miradas,
entregamos de cada uno la verdad tras la máscara.

Y así fue como, una tarde de verano cuaquiera,
sentado queriendo perderme de aquí,
ví la eternidad de Gaia desde los ojos del zorro...

Y así me regaló, como parte de su bendición,
sus ojos agudos, para ser objetivo...
su nariz puntuda, para sentir la verdad...
y su discreción, para sobrevivir a este mundo.