
Dejé mis saludos en tu cielo... y sólo eso bastó para que mi inconciente te guadara sin decirme nada.
Te vi apenitas entre mis sueños con una luz amarilla que decoraba el lugar. Mientras tu me hablabas yo me encontraba sosteniendo tus palabras en mi más débil sentimiento junto al suelo. Mi boca no desprendía palabra alguna para describirte todo el pequeño mundo que te tenía guardado. Mi pecho se partía en dos y mis lágrimas dolían... no hubo tiempo de nada y desapareciste.
Caminé toda una tarde por tu jardín queriendo encontrarte, a esas alturas del día el sol alumbraba desde el otro lado. Fue entonces cuando acudí a tu madre, y partió en tu búsqueda... A su regreso me dijo que yacías dormido en tus brazos y que por todas las cosas que han sucedido y el tiempo comprendido ya me habías olvidado, me habías dejado atrás... ella lo lamentaba, con su mirada me decía todo lo que me quería... Si era la sinceridad misma que estaba frente a mi diciéndome la verdad!
El eco hablaba en mi cabeza.... "ya me habías olvidado... ya me habías olvidado"... no podía creerlo, no quería, y me puse a llorar hasta que desperté. Hasta ese momento me di cuenta que todo era real y que nada era imposible, pues las cosas sí han sucedido y no como he querido.
Me quede en cama todo esa mañana... tenía el sueño pesado y mi ánimo dormía junto a mi.
Las horas seguían pasando...
Recuerdo que me despertó el teléfono a eso de las dos de la tarde... eras tú para decirme que venías a verme, y sabes qué? no me sorprendió que el telefono sonara... pero fue ahí cuando mi cara esbozó la mejor de mis sonrisas, llena de esperanza...
Entonces me apresuré en abrir la puerta y corrí a tus brazos... y ahí me quedé, recordando la vida contigo.